sábado, 20 de septiembre de 2008

Binomio fantástico 2: Desencuentro

Otras dos palabras que el azar unió: cerdo y adoquín.


El cerdo y el adoquín

Un día un cerdo se encontró con un adoquín. Lo olfateó y le dio con el hocico, pero el adoquín no se movía. Estaban los dos solos en una carretera de tierra, y el adoquín se preguntaba por qué el cerdo no dejaba de hurgarlo con esa húmeda fruición.
Después de tanto hacerse el tonto, pensando ilusamente que el aburrimiento vencería la terquedad porcina, decidió comunicarse como sólo lo puede hacer un adoquín, y de un rápido giro golpeó la impertinente nariz del animal. Igual de rápida fue la carrera del cerdo, que sólo dejó tras de sí el polvo del camino.
Y nadie jamás entendió por qué esos dos se habían encontrado.

martes, 9 de septiembre de 2008

Binomio fantástico 1: Carrete

Dos palabras sacadas al azar del diccionario, para intentar escribir una historia. Primero salió "carrete" y luego salió "huraño".

Carrete

Carrete era de un hilo muy delicado. Un azul tornasol lo vestía y de ese mismo azul eran sus brazos y sus piernas, que le permitían moverse por donde quisiera. Claro que muchas veces rodaba en vez de caminar, porque es más cómodo y más divertido. Y también más rápido.
Otras veces estiraba sus brazos o sus piernas para alcanzar las cosas sin tener que moverse de su sitio, y eso también era divertido. Pero cuando aparecía por ahí una aguja conversadora o un dedal indiscreto... zuass! Se recogía. Y así, todo serio y todo recogido, fingía no tener manos, ni pies, ni boca, para no tener que saludar.
Una vez que perdía de vista a sus metálicos vecinos, estiraba un poco más sus brazos para hacerse una cuerda de saltar, y así se iba, de saltito en saltito por todo el costurero, el muy huraño.