martes, 25 de junio de 2013

Manifiesto

Conviértete en la mejor versión de ti

Usa bien el tiempo: afíncate en lo bueno de tu pasado (tu familia, tus raíces, tu identidad); saborea el presente (mindfulness) y entusiásmate con el futuro posible (ten esperanza).

Intenta mantener el orden y la armonía: Que el espejo, tu casa y tu voz reflejen lo que eres interiormente.

Nunca te aproveches de los más débiles, ni permitas que otros lo hagan: “No te quedes inmóvil al borde del camino..."

Pregunta primero: ¿qué necesitas? No creas que tienes la solución para los demás.

Haz lo que te apasiona. Descubre y redescubre aquello que amas hacer.

Ten siempre abiertas las puertas de tu mente, tu corazón y tu casa.

Sigue siendo curiosa. Aprende algo nuevo cada día. ¡Asómbrate!

Se consigue más con miel que con vinagre. Sé amable y cortés.

Cumple tus deberes y haz valer y respetar tus derechos.

Recuerda que cuando alguien gana, alguien pierde.

Hazle saber a tus seres queridos cuánto los amas.

Sé fiel a tus principios y defiende lo que es justo.

Nadie es más que tú ni tú eres más que nadie.

No pierdas de vista tus metas: sé disciplinada.

Ten siempre flores.

Conviértete en un agente de cambio.

Oye más de la música que te gusta.

Ponte siempre en el lugar del otro.

Disfruta de algo bello cada día.

Antes de molestarte, respira.

Escucha más, habla menos.

No juzgues a los demás.

Abandona la timidez.

No hay atajos.

Cree en ti.

Perdónate.

Agradece.

Lee más.

Escribe.

Medita

Reza.


*Este es un manifiesto personal. No pretende darle lecciones a nadie. 
Me estoy hablando a mí, que ya es bastante.

lunes, 24 de junio de 2013

Ni cactus ni rosa

"Un hombre preguntó a un sabio si debía quedarse
con su esposa o su amante…el sabio tomó dos
flores en su mano: una rosa y un cactus…"

Resulta que las esposas son cactus: feas, con espinas y, muy de vez en cuando, capaces de dar una flor hermosa. Eso sí: fieles, generosas y confiables. Incondicionales. Entonces las esposas que son fieles y están allí para lo que venga, no es porque tomaron la decisión de hacerlo, porque saben cumplir su palabra y porque son íntegras, sino porque no les queda más remedio. Porque son cactus, a los que nadie mira...
En cambio, si fueran coquetas rosas, la vida sería distinta para ellas. Si fueran rosas podrían estar chuleándose a un tipo que las trate como reinas -porque aparentemente son las rosas las únicas que merecen ser tratadas así, no las mujeres de verdad- pero les tocó ser cactus, y se tienen que conformar con lo que son. Y hacer su papel.
La moraleja de este triste intento de honrar a las esposas parece ser que ellos pueden disfrutar de las rosas pero que deben saber que lo más conveniente es quedarse con el cactus, con el que a lo mejor no disfrutan tanto, pero es más rentable a la larga.
Después de todo, cuando a ellos les importe más la buena compañía que bajarse el cierre del pantalón, el cactus sí se quedará allí.
Ese es el consejo del sabio: consuélate con el cactus, que es más útil para ti, (va a llegar un momento en que las rosas no se querrán ir contigo).
Excelente moraleja.
Pues ni cactus ni rosa. Soy una mujer.
La novedad (principal característica de cualquier amante), la belleza o la juventud no son méritos. En cambio, la fidelidad, la generosidad y la integridad son virtudes que se cultivan, que son fruto de decisiones de vida y no de la debilidad, el azar o la naturaleza.

Estoy harta de este mundo en el que todo parece funcionar al revés. Empezando porque hay que estar bien confundido para comparar a una mujer con cactus.