martes, 26 de mayo de 2009

Mientras llega la amnesia

Qué alivio cuando se puede decir de ciertas cosas "ya no me importa". Sin embargo, cuánto duele mientras se hace cierto.

Cuando una amiga llora desconsolada por lo que ha llegado a su fin, no hay corazón -o agallas- para decirle que no importa cuán buena haya sido esa historia, un día revisará algunos de sus capítulos, y al reeleerlos se sentirá como anestesiada. Adormecida. Como ese pedacito de piel que el buen amante sabe que no debe tocar aún por segunda vez.

Una sabe que llegará el momento en el que ya no recuerde ese aniversario. Que llegará la mañana en la que el primer pensamiento no sea el mismo de los últimos amaneceres. Que tropezará con la hora en la que descubrirá que no ha llorado en la ducha, ni en el carro, ni escondida tras el monitor. Y que una noche antes de dormir se sorprenderá con el cachete en la almohada de que ni un sólo detalle del día le trajo algún recuerdo. Una sabe que un día de estos querrá evocar su olor y no será capaz.

Una tiene la certeza de que llegará la noche en la que hablando de todo lo que ya hemos hablando alguna vez, ella por fin dirá con franqueza y no con el disfraz del orgullo, que ya no le importa. Y lo dirá de veras. Una sabe que la amnesia llegará.

Una sabe todo eso y más, pero no sirve de nada.

2 comentarios:

Terapia de piso dijo...

Es mi gran temor. El mayor de todos. El de perder la memoria. Pero a veces pienso que puede ser una bendición.

Saludos.

José Roberto Coppola

Sophie dijo...

Muy interesante, alguna vez así lo había pensado. Caí aquí por casualidad, muy buenos escritos, seguiré leyendo.

Saludos